Un potente sismo de magnitud 6 sacudió el este de Afganistán el último fin de semana, dejando un saldo de más de 1,400 fallecidos y 3,000 heridos, según el balance actualizado por las autoridades. La tragedia lo convierte en uno de los terremotos más mortíferos en décadas en el país.

El epicentro se registró a solo ocho kilómetros de profundidad y a 27 km de Jalalabad, en la provincia de Nangarhar, cerca de la frontera con Pakistán. La fuerza del movimiento telúrico afectó principalmente a las provincias de Kunar, Nangarhar y Laghman, donde se reportó el colapso de más de 5,000 viviendas.

De acuerdo con el vocero del gobierno talibán, Zabihullah Mujahid, solo en Kunar murieron 1,411 personas y más de 3,000 resultaron heridas. Mientras tanto, los equipos de rescate continúan trabajando a contrarreloj para encontrar sobrevivientes entre los escombros.

Las operaciones de emergencia se desarrollaron durante toda la noche con la participación de autoridades, voluntarios y pobladores, que incluso utilizan sus manos para retirar los restos de viviendas de barro y piedra destruidas por el terremoto.

La ONU anunció que movilizará cinco millones de dólares en ayuda humanitaria de emergencia para atender a los damnificados, aunque se estima que los efectos del desastre podrían impactar a cientos de miles de personas.

Este terremoto, seguido de al menos cinco réplicas, expuso nuevamente la vulnerabilidad de Afganistán, donde gran parte de la población vive en casas de adobe frágiles frente a movimientos telúricos de gran intensidad.