Fuente: El Comercio
El lanzamiento del duodécimo álbum de Taylor Swift, The Life of a Showgirl, ha despertado un intenso debate entre la crítica y sus seguidores. Con solo doce canciones y la promesa de regresar a sus grandes himnos pop, el disco prometía convertirse en un hito dentro de su carrera. Sin embargo, la recepción ha estado lejos de ser unánime: algunos lo consideran brillante, mientras otros lo acusan de ser un retroceso.
La expectativa fue enorme desde su anuncio, realizado en un pódcast junto a su prometido, Travis Kelce. El regreso de productores como Max Martin y Shellback reforzó la idea de un retorno a la era 1989, lo que convirtió al álbum en el más preguardado de Spotify en la historia de la artista.
Entre la aclamación y la crítica
Medios como Rolling Stone lo calificaron con cinco estrellas, destacando su capacidad para combinar lirismo e intensidad pop en canciones como The Fate of Ophelia o Father Figure. Para otros, como Variety o People, el disco muestra una Swift madura, capaz de equilibrar el desahogo íntimo con melodías pegajosas que recuerdan por qué sigue siendo la artista más influyente de su generación.
Pero la otra cara no tardó en llegar. The Guardian lo hundió con apenas dos estrellas, describiéndolo como “un brillo apagado de una estrella agotada”. Pitchfork coincidió al señalar que el álbum se siente “seguro, procesado y demasiado cercano a fórmulas ya conocidas”. Para varios críticos, el mayor reproche es la falta de riesgo, especialmente después de la profundidad mostrada en Folklore o la ambición narrativa de The Tortured Poets Department.
Luces y sombras de un nuevo capítulo
Con una estética inspirada en el cabaret y un sonido que oscila entre lo confesional y lo desenfadado, The Life of a Showgirl es visto como un trabajo de transición: ni un desastre ni una obra maestra, sino un disco que refleja a una Taylor Swift consciente de su reinado pero quizás demasiado cómoda en él.
El cierre, con la canción homónima junto a Sabrina Carpenter, ha sido interpretado por algunos como un simbólico “pase de antorcha” generacional. Para otros, en cambio, evidencia que Swift prioriza consolidar su legado antes que innovar.
En todo caso, lo cierto es que el nuevo álbum ha vuelto a colocar a Taylor Swift en el centro de la conversación mundial. Y como demuestra su trayectoria, cada paso —incluso los más cuestionados— suele preparar el terreno para su próxima gran reinvención.
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